La profesión de los detectives privados es una gran desconocida. Como norma general, podemos decir sin riesgo a equivocarnos demasiado que la gran mayoría de la población desconoce la figura del detective privado y el contexto en el que se mueve. Esto se debe a años de clichés y mitos generados tanto en el cine como en las novelas de género.

No hay peor verdad que quedarse con la duda

​Esta máxima aplicable a cualquier aspecto de nuestras vidas cobra especial relevancia en la profesión de un detective privado, la cual representa de “per se” una gran duda para el cliente potencial quien, en muchos casos, no se fía demasiado de una profesión de la que ha oído hablar sin disponer de datos fidedignos, acompañada en ocasiones por la mala prensa y que (como todas) puede sufrir de esporádicas malas praxis.

En este sentido, se desconoce que la actividad está regulada por la Ley 05/2014 de Seguridad Privada y que, al contrario de lo que se muestra en las películas, no disponemos de un ordenador omnipotente que nos da toda la información de cualquier persona sino que debemos buscar la información y las pruebas que la respaldan utilizando las técnicas de investigación aprendidas en tres años de formación universitaria más muchos años más de experiencia sobre el terreno. Pruebas que son analizadas con la rigurosidad necesaria para que sean aceptadas legalmente y, posteriormente, plasmadas en un informe final.

La función social de los detectives privados

​La principal función social de un detective privado es ofrecer un servicio de apoyo y ayuda  que complementa la obtención de información delicada. En definitiva, el detective privado es un proveedor de conocimiento, pruebas y evidencias clave que permiten tomar la mejor decisión sobre un asunto o problema, independientemente de si se trata en los ámbitos personales, empresariales y/o judiciales. 

El detective privado no es ni un James Bond rodeado de lujo ni un sabueso que se mueve por lugares sórdidos, ya que la máxima es saber que somos una profesión reglamentada en la que NO todo vale. 

El detective privado es un guardián de secretos y garante de la intimidad y privacidad, tanto de los clientes que nos contratan – siempre y cuando tengan un interés legítimo y contrastable – como de los propios investigados. En cualquiera de los casos, tal y como apuntábamos en el párrafo anterior, todos los actores, incluso los propios detectives, siempre sujetos al ámbito legal en todo momento.

Nuestras principales armas son las aprendidas tanto en la universidad, cursos y conferencias como en los años de experiencia sobre el terreno: la pericia, paciencia, eficacia, empatía, planificación, intuición y deducción, siempre con mucha mano izquierda ya que las investigaciones suelen necesitarse en momentos delicados o críticos para los clientes,

Desde Agency World hoy aportamos este granito de arena para dar a conocer un poco más la profesión del detective privado en la que priman la razón, el empirismo, el rigor y las pruebas que llevarán a la obtención de información, cuyo poder conlleva una gran responsabilidad.